Me soplaron las voces
el otro día al oído,
Las voces de mis delirantes noches,
que ellas eran mi amor platónico.
No quise decírselo a nadie,
pero me estaba convirtiendo en una ermitaña,
bastante interesante,
mas que eso en una semidiosa.
Para no dar publicidad de mi nueva posición
a los altares desquiciantes de mi madre
y la los holgazanería que ve mi padre en mí;
oculté mi nueva personalidad y hablaba en mi interior,
a veces en alto

Si no está loca que venga Dios y lo vea,
y dios bajó en forma de cámara de video,
que me espiaba desde la mañana a la noche,
hasta en la ducha,
no podía dar un paso sin su sonido radiofónico
La lastima es que no pillara por la calle un paparazzi
por mi nueva posición social.
Pero sí veía el buen humor de la gente puesto que saludaban todos
hasta las rumanas
Palo , tras ,palo, y después de que mi amor platónico se colara en mi
habitación, Y viera la bragas de mi hermana y me diera un ataque de celos
una buen dosis de Abilifi y tres meses en psiquiátrico
me hicieron olvidarme de,
Abraham, de Jacob Y de mi mala sinestesia.
He perdido el trabajo de semidiosa y ahora imparto clases
de Flamenco en Femasan.
Por Rocío López- Bravo Pinillos.